mujer sobre bascula para controlar Índice de Masa Muscular (IMC)
Asesor en Bienestar

IMC, una herramienta sencilla frente a la obesidad

El sobrepeso y la obesidad son patologías frecuentes, caracterizadas por exceso de grasa corporal con múltiples efectos negativos en la salud. Para diagnosticar el exceso de peso existen diversas herramientas, entre las que destaca el índice de masa corporal o IMC, ampliamente utilizado por su practicidad.
Mujer consulta en el móvil y apunta su Índice de Masa Corporal

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Publicado octubre 2025
6 Min de lectura

¿Cual debe ser mi Índice de Masa Corporal?

Cristina, Socia del Club MAPFRE, es una persona que se preocupa por su salud y, entre otras cuestiones, procura llevar una alimentación saludable, hacer ejercicio y controlar su peso. Está preocupada porque en los últimos meses ha ganado unos kilos y tiene un Índice de Masa Corporal ligeramente por encima de 25. Como pertenece al Plan de Fidelización de MAPFRE, ha decidido aprovechar sus ventajas y llamar a nuestro Asesor en Bienestar para que le ofrezca información sobre la utilidad real del IMC y el riesgo que supone tener un valor de IMC por encima de 25.

El asesor le explica que el IMC es un método para la evaluación del peso corporal que sirve como método diagnóstico para el sobrepeso y la obesidad que destaca por su sencillez y facilidad de uso, siendo necesario para su cálculo, únicamente, el peso corporal y la altura de la persona. Si bien por encima de 25 los valores de IMC se sitúan en sobrepeso, habría que analizar otros parámetros para evaluar el riesgo real para la salud de la persona. Además, el asesor le ofrece mucha más información sobre el IMC y su utilidad como herramienta diagnóstica.

  • ¿Qué es?
  • Beneficios
  • Alternativas

Qué es el IMC y cómo se calcula

El Índice de Masa Corporal (IMC) es un valor que se obtiene al dividir el peso de una persona (en kilogramos) entre el cuadrado de su estatura (en metros). Se utiliza como una medida sencilla para estimar si una persona tiene un peso saludable en relación con su altura.

La fórmula para calcular el IMC es:

IMC = peso (kg) / altura² (m²)

Su origen se remonta a principios del siglo XIX, diseñado por el matemático belga Adolphe Quetelet. A partir del siglo XX, el IMC se convirtió en una herramienta habitual tanto en estudios poblacionales como en la práctica clínica.

Las categorías establecidas para clasificar los valores de IMC son:

  • Peso insuficiente: < 18,5.
  • Peso normal: 18,5 – 24,9.
  • Sobrepeso: 25 – 29,9.
  • Obesidad clase I: 30 – 34,9.
  • Obesidad clase II: 35 – 39,9.
  • Obesidad clase III o mórbida: ≥ 40.

Estas categorías se utilizan como herramienta de cribado y son útiles para detectar riesgos de salud en individuos y a nivel poblacional que posteriormente deberán ser confirmados con otras pruebas.

Beneficios del IMC y limitaciones

Una de las principales ventajas del IMC es que se trata de una herramienta simple, rápida y barata. No requiere de equipos ni utensilios especiales, sólo disponer del peso y la altura de la persona.

Además, se trata de un parámetro que se relaciona con múltiples morbilidades: un IMC elevado se asocia con mayor riesgo de hipertensión, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, renales, dislipidemias, apnea del sueño, osteoartritis y ciertos tipos de cáncer. También se vincula con un aumento de la incidencia de enfermedades psicológicas, como depresión y otros trastornos mentales, además de un aumento de la mortalidad.

Entre sus principales limitaciones destaca que no discrimina entre masa grasa y masa magra. El IMC no distingue la masa muscular de la ósea o la grasa. Por ello, atletas muy musculados pueden tener un IMC elevado sin exceso de grasa, mientras que personas con poca masa muscular pueden tener IMC normal pero alta proporción de grasa corporal.

Además, tampoco es capaz de reflejar la distribución de la grasa en el cuerpo. No diferencia entre la grasa subcutánea y la visceral. Esta última, especialmente en la zona abdominal, se asocia con mayor riesgo metabólico. En este caso, una circunferencia de cintura elevada sería un predictor de riesgo más fiable que el IMC.

De igual modo, el Índice de Masa Corporal no tiene en cuenta la variabilidad según edad, sexo y etnia. El IMC fue desarrollado principalmente en población occidental, sin considerar diferencias étnicas. Algunos grupos presentan riesgo metabólico elevado incluso con IMC más bajo, como en el caso de algunas poblaciones asiáticas, mientras que otras poblaciones o grupos étnicos tienden a presentar menos grasa para un mismo IMC .

En grupos poblacionales como en niños, personas mayores y en situaciones especiales, como mujeres embarazadas o personas con enfermedades que alteren proporciones corporales no se puede considerar una herramienta fiable. En el caso de los niños y adolescentes, el IMC debe ser específico para cada edad y sexo, por lo que se utilizan tablas que recogen el promedio de niños de la misma edad y sexo.

Finalmente, el Índice de Masa Corporal conlleva un riesgo de sesgo social y estigmatización. El uso excesivo o malintencionado del IMC puede promover estigmas o bulling hacia las personas con un teórico exceso de peso.

Alternativas al IMC para medir la grasa corporal

Por las limitaciones que se han señalado, la evaluación de la obesidad, además de un seguimiento del Índice de Masa Corporal, puede incluir otras pruebas que contribuyan a hacer una estimación más fiable de la grasa corporal:

  • Circunferencia de cintura.
  • Relación cintura-cadera o cintura-talla.
  • Medición de los pliegues cutáneos.

Estas medidas aportan mejor predicción del riesgo metabólico.

Por otro lado, existen otros métodos de análisis de composición corporal, como las técnicas de bioimpedancia que permiten conocer el porcentaje de grasa y su distribución, la masa muscular y la densidad ósea de forma más fiable a partir de la resistencia que ofrecen los diferentes componentes del cuerpo (agua, músculo, hueso y grasa) al paso de una corriente eléctrica.

En cuanto a la evaluación metabólica y los marcadores clínicos, las mediciones de glucosa, lípidos, presión arterial, marcadores inflamatorios, entre otros, permiten identificar mejor a las personas con riesgo elevado, incluso con IMC normal.

En definitiva, el IMC es una herramienta muy valiosa por su simplicidad, accesibilidad y utilidad en contextos poblacionales. Sin embargo, su uso clínico debe ser complementario, nunca exclusivo, y enmarcarse en una evaluación integral que incluya la historia médica, evaluación física, marcadores metabólicos, composición corporal y factores individuales como sexo, edad y etnia.

Cristina queda encantada con toda la información que le ha proporcionado el Asesor en Bienestar del Club MAPFRE sobre el Índice de Masa Corporal, por lo que volverá a utilizar esta ventaja siempre que tenga alguna duda.

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