Sal en la elaboración de alimentos
Asesor en Bienestar

Hipertensión arterial y consumo de sal

La hipertensión arterial es la primera causa de muerte y discapacidad en el mundo. Al no presentar síntomas, muchas personas ignoran que la padecen. Entre las causas, los hábitos de vida y el consumo de sal en la dieta. Te contamos todo lo que tienes que saber para prevenirla y combatirla.

Un médico revisa la tensión arterial de un paciente

El Asesor en Bienestar resuelve tus dudas aqui.

Publicado junio 2022

Antonio, Socio del Club MAPFRE, se ha realizado recientemente la revisión médica en la empresa y le han advertido de que su tensión arterial es elevada, por lo que ha de acudir a su médico para realizar un seguimiento. No tiene muy claros los conceptos de tensión arterial e hipertensión, por lo que antes de acudir al médico decide a consultar con el Asesor en Bienestar especialista en Medicina General para que le ofrezca información experta sobre la hipertensión, sus causas y la manera de controlarla. El asesor que le atiende le explica que la tensión arterial es la fuerza que ejercen las pareces de las arterias al paso de la sangre y es equivalente a la presión sanguínea. Esta fuerza mantenida en el tiempo por encima de ciertos niveles es perjudicial y es lo que da lugar a la aparición de la hipertensión.

Existen ciertos factores relacionados con los hábitos de vida que pueden ayudar a controlar los valores de tensión arterial, entre los que destacan la actividad física regular y la disminución del consumo de sodio o sal en la alimentación. Además, el asesor le da otras informaciones de interés sobre la hipertensión y la sal de los alimentos.

  • ¿Qué es?
  • Alimentación
  • Reducir consumo de sal

Qué es la hipertensión arterial

La hipertensión arterial aparece cuando la tensión que deben ejercer las paredes de las arterias al paso de la sangre supera ciertos límites. Cuando la tensión es elevada, el corazón tiene que hacer un mayor esfuerzo para bombear la sangre. Estas circunstancias aumentan el riesgo de padecer patologías y eventos cardiovasculares, como un infarto o un accidente cerebrovascular. A nivel mundial, la hipertensión arterial afecta a cerca de la cuarta parte de los adultos, unos 1.000 millones de personas. En España más de 10 millones de personas tienen hipertensión. La tasa de personas afectadas aumenta con la edad, por lo que el 40 % de los adultos y el 60 % de las personas mayores de 60 años tienen hipertensión.

La tensión arterial elevada no suele ir asociada a la aparición de síntomas, aunque en ocasiones causa:

  • Dolor de cabeza.
  • Problemas respiratorios.
  • Hemorragias nasales.
  • Dolor en el tórax.
  • Palpitaciones.

La tensión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y arroja 2 valores distintos:

  • La tensión arterial sistólica, cuando el corazón está contraído.
  • La tensión arterial diastólica, cuando el corazón está relajado.

La tensión arterial normal se sitúa en torno a 120 mmHg, la sistólica y 80 mmHg, la diastólica.

Por el contrario, la hipertensión se diagnostica con valores a partir de 140 y/o 90. En cualquier caso, se suelen diferenciar los siguientes grados de tensión arterial:

  • Óptima: Por debajo de 120 y 80 (sistólica y diastólica, respectivamente).
  • Normal: 120-129 y 80-84 (sistólica y diastólica).
  • Normal-alta: 130-139 y de 85-89 (sistólica y diastólica).
  • Hipertensión Grado 1: 140-159 y 90-99 (sistólica y diastólica).
  • Hipertensión Grado 2: 160-179 y 100 a 109 (sistólica y diastólica).
  • Hipertensión Grado 3: por encima de 180 y 110 (sistólica y diastólica, respectivamente).
  • Hipertensión sistólica aislada: por encima de 140 la sistólica e inferiores a 90 la diastólica.

Hipertensión y sal en los alimentos

La hipertensión arterial se produce por la interacción de diversos factores genéticos y ambientales. La alimentación es una de los más destacables y, dentro de esta, el consumo de sal. La sal común, sal de mesa o cloruro sódico está compuesta por sodio y cloro. Estos electrólitos esenciales para nuestro organismo están presentes de forma natural en muchos alimentos. El hecho de añadir sal en el cocinado responde a cuestiones culturales o gastronómicas, ya que desde un punto de vista nutricional no es necesario añadirla.

La cantidad de sal y sodio presente en el organismo está ligada a la cantidad de líquido. El aumento del agua que supone un exceso de sal obliga al corazón, al hígado y a los riñones a hacer un trabajo extra para eliminarla, dificultando la digestión. El principal efecto sobre la salud de un consumo excesivo de sal es el aumento de la tensión arterial.

Normalmente la reducción del consumo de sal reduce significativamente la tensión arterial en adultos. Los estudios muestran que existen ciertos grupos de población más sensibles a los efectos de la sal como los afroamericanos, los pacientes con obesidad, síndrome metabólico o insuficiencia renal. De este modo, la ingesta excesiva de sal de forma continuada podría jugar un papel más importante en el desarrollo de la hipertensión en esos grupos de población.

Cómo reducir el consumo de sal

Las investigaciones señalan que reducciones moderadas en el consumo de sal producen una disminución significativa en los niveles de tensión arterial en periodos relativamente cortos (a partir de 4 semanas). Por ello, organismos internacionales como la OMS promueven una ingesta de sal diaria en adultos inferior a 5 g. En España el consumo medio estimado por algunos estudios se sitúa en torno a los 10 g diarios, por lo que, en el caso de nuestro país, habría que reducir la ingesta de sal a la mitad.

En este sentido, se calcula que el 80 % de la sal que se consume proviene de alimentos procesados, por lo que la principal acción para reducir el consumo de sodio y sal es reducir el consumo de los alimentos “no frescos” que compramos en el supermercado, especialmente aquellos con un contenido especialmente elevado de sal.

Algunos consejos para reducir el consumo de sal incluyen:

  • Aumentar el consumo de alimentos frescos (frutas, verduras, hortalizas, pescados, carnes, etc.).
  • Reducir el consumo de alimentos procesados (especialmente los precocinados, snacks, embutidos, salazones, frutos secos con sal, conservas elevadas en sal, quesos curados, etc.).
  • Utilizar especias y condimentos permite dar sabor a los alimentos y reducir la sal añadida.
  • Reducir progresivamente la sal en la cocina y retirar el salero de la mesa.

Antonio, miembro del Plan de Fidelización de MAPFRE, queda muy satisfecha con la información facilitada y tiene claro que siempre que tenga alguna duda consultará con un Asesor del Club MAPFRE y pedirá cita con un especialista.

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